Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido… Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (Juan 13:4,5,15)

Jesús vivió 33 años en la tierra y dedicó sus últimos tres al ministerio. Un ministerio caracterizado por señales, prodigios, cumplimiento de profecías, controversias y un sin número de eventos que lo convirtieron en “el hombre del momento.” A pesar de ésta popularidad, justo cuando va a cumplir la misión para la cual el Padre le envió, realiza un encuentro con sus discípulos donde les lava los pies y con esta acción, les deja una enseñanza que quedó plasmada en toda la historia de la humanidad.

Lavarles los pies a las personas era un acto de buenos modales realizado por siervos domésticos, y con este le hacían entender a los beneficiarios que su presencia era bienvenida en aquel lugar.

Ministerio significa servicio. Jesús tenía tres años haciendo servicio público, pero 24 horas antes de morir escogió a sus íntimos para hacerles un servicio exclusivo. Ahí es cuando se quita el manto de maestro, se pone la toalla de siervo y empieza a establecer el modelo, y  dice

ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”

Hay muchas cosas en que la iglesia de hoy quiere parecerse a Jesús: los milagros, sanidades, multiplicación de provisiones,  entre otras; pero, más que reflejar al Jesús de las multitudes, él está interesado en que sigamos este ejemplo perfecto de humildad y amor: el servicio.

 

Dios nos llamó a ser cabeza, a liderar en nuestros tiempos, pero esa autoridad no la vamos a ganar a través de la manipulación, sino a través del servicio. Porque cuando sirves le estás enviando un mensaje al corazón de la gente que dice: Tú me importas y le importas al Dios que le sirvo. Y cuando la gente sabe que ellos te importan de manera sincera, están dispuestos a escucharte y a seguirte. Por eso el maestro les había dicho a sus discípulos que quien quisiera ser el líder entre ellos debía ser siervo de todos (Mc. 10:44), porque la autoridad que Dios nos ha llamado a tener en nuestra sociedad se conquista a través de un servicio sincero.

El mundo está atravesando una de las crisis más fuertes de los últimos tiempos, y justamente este  es el llamado de Dios para su iglesia en este tiempo. No es el tiempo de buscar ser la iglesia con más vistas en sus transmisiones en vivo y con mejor presencia digital en las redes sociales, aunque eso sea bueno. Este es el tiempo de aterrizar en la práctica, nuestros lemas respecto al servicio y desarrollar estrategias que beneficien desinteresadamente a nuestra sociedad;  actos que demuestren a la gente que ellos son importantes para nosotros, no para llenar nuestros templos, sino para cumplir con la gran comisión que el maestro nos dejó.

Ahora quiero que dejes de pensar en “¿Qué hará mi iglesia para servir en este tiempo?”, y empieces a analizar ¿qué harás tú?. Sí, tú que eres discípulo, tú eres la iglesia. ¿Qué harás para seguir expandiendo este ejemplo que Jesús nos dejó en la palabra?. El, que despojándose de su gloria,  vino, y no solo lavó los pies de los que estaban con él, sino, que murió en ese madero, por ti y por mi.

Las mismas palabras que le dijo a ellos te las dice a ti: Ejemplo te he dado, para que como yo te serví, tú también sirvas a los demás.

Este es un llamado a todos los discípulos de Cristo, pero solo los íntimos lo entienden y lo practican.

Es tiempo de ser Jesús.

Autor:

Juan Carlos Reyes, Pastor.

Basado en Juan  13:1-20